Por John Jairo Bohórquez Carrillo
Médico, Magíster en Administración en Salud
Twitter: @Johnbo100
El ánimo de lucro es una de las
muchas causas de la deshumanización en los servicios de atención médica en el
mundo.
Ánimo de lucro no es lo mismo que
ánimo de rentabilidad. El primero es un afán de enriquecimiento; el segundo, la
condición para garantizar la perdurabilidad de las empresas.
El ánimo de lucro de algunos
actores explica buena parte de las deplorables condiciones denunciadas en el
sistema de salud en Colombia y en muchas otras regiones. Ninguna consideración
humana estará por encima del afán de lucro de quien ha construido su
emprendimiento o su empresa para prestar servicios de atención médica con ese
propósito.
De hecho, es más evidente el afán
de lucro de terceros, que el de los mismos médicos. Ejemplos: la industria
farmacéutica, la industria biomédica, las EPS... Ellos utilizan a la medicina y
al médico con el propósito de enriquecerse, están "haciendo
negocios".
Entonces surge una pregunta: ¿Qué
tan ético es que alguien se enriquezca porque otro se enferma? Una respuesta
inicial obvia sería: nada ético. Aclaremos: la pregunta no es por el médico,
sino por "alguien". Y la pregunta es por enriquecerse, no por
garantizar la supervivencia.
Si un médico ejerce la medicina
buscando enriquecerse, necesariamente estará interesado en la enfermedad. Sin
enfermedad no hay negocio. No debería existir ningún actor, ninguno, interesado
en que haya enfermos, con un interés pecuniario en la enfermedad. Al contrario,
todos los actores deberían velar por que la gente esté sana.
Si la gente está sana, ¿qué sería
de aquellos actores interesados en hacer negocios con la enfermedad? Sería su
quiebra. Una pandemia de salud los arruinaría.
La sociedad debe organizarse para que la salud sea posible, para que tenga el mayor nivel de salud alcanzable en su población y para que pueda acceder sin ningún límite, absolutamente ninguno, a la atención médica cuando sea necesaria, como nacional o extranjero, de la etnia que sea, de la capacidad económica que sea... Cualquier obstáculo sería un serio acto de deshumanización.
¿Por qué tiene que haber negocio con la enfermedad habiendo tantos otros negocios buenos para hacer? Si hay necesidad y voluntad de hacer empresa, todos los demás asuntos sociales son propicios, todos, excepto, claro está, el de la educación.
Es adecuado, sensato, hacer negocios vendiendo relojes. ¿Quién podría morir o empeorar su salud si no se puede comprar uno? O vendiendo conciertos, partidos de fútbol, carros, viajes, ropa, productos para el maquillaje, cirugías estéticas... Negocios. Pero ¿por qué en salud - enfermedad? ¿Acaso es la enfermedad tremendo nicho de mercado? ¿Tremenda oportunidad de negocio? ¿Y si alguien requiere un servicio y puede complicarse o quedar con secuelas o morir por falta de una atención oportuna y adecuada y no tiene con qué?
Claro, el Estado. Y ahí llegamos al tema. El Estado debe garantizar las condiciones para que la salud sea posible y asegurar la atención sanitaria, global y de buena calidad a toda la población, sin distinción alguna. Debe cuidar el aire, el agua, los alimentos, las zonas de esparcimiento y deporte... Y los servicios de atención médica, directamente o por encargo a otros, pero debe garantizarlo.
Y una vez que todo esto esté garantizado, pero de verdad, verdad, no con un papel, es probable –deseable incluso– que prosperen negocios en atención médica para gente con buena capacidad adquisitiva, como algo opcional para gente rica o acomodada. Por ejemplo, hospitales con hotelería cinco estrellas. Y que gasten su dinero en eso los que tengan. Pero que los hospitales fundamentales estén abiertos para todos, con buena calidad técnica, humana y hotelera, sin limitaciones para la gente. ¿Para qué son, pues, los impuestos y la cotización mensual que todos pagamos, y todas las fuentes de recaudo?
El Estado también debe garantizar que los profesionales de la salud tengan un ingreso y un trato dignos de su esfuerzo, de su preparación, de sus capacidades. De hecho, trabajar en hospitales o instituciones públicas hoy día está mejor pagado que en las EPS, por ejemplo. Las EPS no pueden pagar muy bien porque tienen que "contener el costo", no sólo porque deben administrar recursos públicos, sino porque también tienen "afán de lucro". El Estado contiene el costo por pertinencia, es decir, por racionalidad y beneficio para el paciente, no por lucro.
¿Por qué no puede vivir un médico dignamente de trabajar para el Estado o para instituciones sin ánimo de lucro? ¡Claro que se puede! Y con trabajo decente, sin tercerización laboral, con todas las prestaciones. Esas formas pícaras de contratación laboral, eso de "contratos por prestación de servicios" para todo profesional de la salud aparecieron, justamente, por el afán de lucro de esos terceros actores atravesados en la atención sanitaria.
¿Cómo va a querer un médico que vengan a hacer negocios con su trabajo? ¿Cómo va a querer un médico, o cualquier otro profesional, trabajar en esas condiciones y luego salir a aplaudir los "negocios en salud"?
Si todo aquello está garantizado, si la gente tiene asegurado el acceso a su servicio de atención médica, ¿por qué habría que desaparecer las farmacias de barrio? ¿O el consultorio particular? Claro que no. Son ayudas complementarias para la gente, y negocios de mediano potencial para algunos.
Por ejemplo, ¿qué tiene de malo que exista un restaurante reconocido en la Guía Michelín, con el plato más barato desde 20 o 30 dólares? Nada. Muy rico ir allá de vez en cuando y darse el gusto. Pero que la comida de la gente no dependa de esos lugares, eso sí, porque la hambruna sería otra pandemia.
Ahora, ¿la gente va a trabajar al gobierno para enriquecerse? ¿No debería ir a servir? ¿Y quién podría decir que les pagan mal? Así debería ser el ejercicio de la medicina, ir a prestar un servicio y ser bien pagado, sin que ningún tercero lo explote, como muy bien lo exige la Ley 23 de 1981 o Ley de Ética Médica.
Las fundaciones, por ejemplo, son empresas sin ánimo de lucro y eso no quiere decir que trabajen a pérdida. Y reclaman el "sin ánimo de lucro" como una de sus virtudes. ¿Prestan un mal servicio? ¿No innovan porque no tienen afán de lucro? No faltaba más. Y pueden pagarles muy bien a sus profesionales contratados.
Las ganancias multimillonarias de la industria farmacéutica y biomédica son una vergüenza de la sociedad, que las justifica diciendo que ellos son los que hacen ciencia y tienen con qué, como si así tuviera que ser. ¿No puede ser de otra manera? Las millonarias multas que ellas pagan por sus prácticas ilegales de fraude y soborno demuestran que así no es ni debe ser.
Las prácticas detestables de las EPS que niegan servicios, les pagan mal a los profesionales o amplían las barreras de acceso a los servicios demuestran que así no es ni debe ser.
Trabajar en salud debería ser para gente ávida de servicio, de conocimiento, de ciencia, de humanidad, no ávida de dinero. Si alguien ávido de dinero quiere trabajar en salud está muy bien, pero debería hacer su emprendimiento en otras áreas de la economía, que las hay muchas y con enorme potencial de lucro, y venir a los servicios de atención médica a servir, no a enriquecerse con ellos. La salud es un tema demasiado serio en la sociedad como para dejarlo convertido en un negocio.
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